Rostros

de las comunidades


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Cada joven que encuestamos carga una historia.
Cada comunidad está hecha de múltiples historias.

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GUATEMALA

¿Abusivo yo?

Para jóvenes residentes en colonias empobrecidas, no es fácil conseguir empleo. A veces porque no tienen el dinero suficiente para ir a dejar solicitudes de trabajo, a veces porque no tienen contactos que les presenten y muchas veces porque vivir en, por ejemplo, El Limón en la Zona 18 de Ciudad de Guatemala, es ya motivo para descartar una solicitud. Son jóvenes “abusivos”, como se suele decir en Guatemala.

Durante el trabajo de encuesta en la colonia El Limón, conocí a Rogelio, un joven garífuna. A diferencia de sus compañeros del equipo encuestador, Rogelio llegaba a trabajar con una mochila grande, que no le dejaba de resultar incómoda.

Yo no le tenía confianza para consultarle por qué llegaba con la mochila si la encuesta nos demandaba caminar todo el día. Uno de los muchachos que también formaba parte del equipo encuestador, a menudo le hacía chistes racistas. Rogelio respondía con un enorme ingenio e ironía. Me sorprendía lo bien que se expresaba; me dejaba la sensación de que era un activista en contra del racismo, un poeta de la calle.

Poco tiempo después, comprendí. Rogelio es rapero y se gana la vida cantando en los camiones y autobuses urbanos en Ciudad de Guatemala. En la mochila cargaba una pequeña grabadora y un parlante que ocupaba para rapear.

Me dice que hay pocas creaciones suyas presentes en la web. Escucharlo nos recuerda que las resistencias sin creatividad no se engarzan en la vida cotidiana. Es impresionante apreciar su capacidad para improvisar crítica y creativamente líricas contra el racismo, la corrupción o la injusticia.

A través del “whatsapp”, me compartió “¿Abusivo yo?”, una pieza de rap en la que responde al estigma que sectores de la sociedad le endilgan por “Rapear con acento caribeño:

“Abusiva la persona que mete balas en el pecho,
“Abusivas esas personas que quieren destrozar mis sueños
¿Abusivo yo por llegar donde estoy con mucho desempeño?
No papa, estás cegao."

El Limón

Ciudad Guatemala

En 1976, un terremoto afectó a Guatemala. Cerca de 23 mil personas fallecieron y miles resultaron heridas. En Ciudad de Guatemala, un tercio de las viviendas y edificios quedaron en escombros. En 1979, 1,609 familias que quedaron sin vivienda, provenientes de 27 asentamientos, fueron trasladadas a una finca hoy conocida como El Limón, de 63 hectáreas. Luego de 10 años, en 1989, los vecinos de la colonia obtuvieron la escritura de sus lotes.

La colonia El Limón se encuentra en la Zona 18, a siete kilómetros de la capital de Guatemala. Para el año 2013, se estimaba que habitaban unas 15,000 familias. Las personas que residen en El Limón son con frecuencia asociadas a criminalidad, lo cual disminuye sus posibilidades de obtener un empleo. Como en otras colonias de Centroamérica, la criminalización de la pobreza, a menudo promovida desde los medios de comunicación, las redes sociales y las conversaciones cotidianas, es vivida con más intensidad por las personas jóvenes.



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EL SALVADOR

Hay esperanza

Antes la pandilla se ocupaba de la venta de drogas, ahora se ocupa del control del territorio. En algunos lugares se ocupan hasta del cementerio, es decir, se ocupan de la vida y de la muerte. Impedir el ingreso a una colonia en control de otra pandilla presume que la persona lleva información a los rivales.

Un esquema típico de la estructura de una clica o de una pequeña unidad de una pandilla incluye a un “poste” que vigila y cobra la cuota; un “orejas” escucha lo que se habla en la comunidad; un “palabrero” es quien le lleva razones al jefe y a través de quien el jefe responde. “Brincarse” es la expresión para indicar que se ha iniciado o se forma parte de la pandilla. Hoy, la mayoría de quienes se consideran mareros ya no están tatuados. Las pandillas operan como una especie de poder local y sin duda la presencia de las armas es un elemento importante. La policía tiene poca credibilidad entre las comunidades.

La extorsión es una industria y una cadena de mando; alguien recoge el dinero y otra persona lo recibe. Por ejemplo, la extorsión para ir a estudiar a una zona rival, es decir controlada por una pandilla rival, puede ser hasta de cinco dólares diarios. Puede decirse que en el interior de las colonias hay también muros fronterizos, que separan a la gente de una colonia de la otra.

En Popotlán, como en muchas colonias en El Salvador, la estigmatización del lugar impide que se obtenga empleo remunerado. Muchos estudiantes dejaron de estudiar porque provenían de otras zonas en donde había otras pandillas. Las mujeres son menos visibilizadas y a veces tienen posibilidad de ir a una zona controlada por una pandilla a otra.

Mariana, Aarón, Luis y Natalia son hermanos: A Aarón y a Luis los entrevistamos para la encuesta. Aarón vio morir a su tío, un pandillero; estaban juntos en una plaza de fútbol. Su tío apenas lo pudo separar para que no le dieran los disparos. Aarón empieza a consumir marihuana muy joven, cuando aún era casi un niño. En palabras de su mamá, Isabel, hay una suerte de evasión deliberada de la realidad. Su menudo cuerpo y sus escasos 13 años encarnan violencia intrafamiliar, violencia estructural, violencia criminal. Cuando le preguntamos, como parte de la encuesta, qué esperaría hacer en 5 años, respondió que no sabía pues ignoraba si estaría vivo.

Luis, su hermano, es recibido en una casa vecina en donde suele dormir y comer. Mariana, quien tiene tres años, es muy expresiva. Cuando hace caras tristes las asocia a la policía, cuando hace cara de enojada quiere reprender a su papá por pegarle a su mamá. Él trabaja como agente de seguridad privada y viste botas con puntas de acero, con las cuales ha pateado a Aarón y a Luis. Si Isabel interviene, también le pega.

En la Casa de la Juventud de Popotlán funciona una guardería, coordinada por religiosas de una congregación llamada Ángel de la Guarda. Mientras trabajábamos en la encuesta, una de las niñas cumplió años. No hay un pastel o un queque, pero sí muchos abrazos. Cada niño y cada niña se levanta de su silla y abraza a la cumpleañera. Hay esperanza.

Popotlán

San Salvador

La colonia Popotlán está ubicada en el municipio de Apopa, a 14 kilómetros al norte de San Salvador. Popotlán surge de dos proyectos de vivienda impulsados por Fundación Salvadoreña de Desarrollo y Vivienda Mínima (FUNDASAL). En 1986, se construyó Popotlán I que incluyó 2.212 viviendas y, en 1989, Popotlán II que abarca 1.550 viviendas. Se estima que aún hay 2,308 familias que no cuentan con su inmueble inscrito.

En Popotlán, como en muchas colonias de El Salvador, las llamadas maras ejercen un control del territorio. Las personas que residen en un territorio controlado por una mara no pueden trasladarse a otro territorio bajo la vigilancia de otra organización. Con la subdivisión de las organizaciones más conocidas, la Mara 18 y la Mara Salvatrucha, en grupos o clicas más pequeñas, la movilidad en las colonias se vuelve más complejo, pues en una misma colonia pueden operar varias organizaciones. Asistir a una secundaria, a un pequeño abastecedor o a una iglesia pasa por el control territorial de estas organizaciones.



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HONDURAS

Reinspección

La coordinación y preparación de la encuesta constituyó un reto mayúsculo. Requeríamos seleccionar UNA COMUNIDAD en cada capital, identificar personas de contacto en cada una, conformar un equipo de jóvenes que trabajarían en la encuesta. También requeríamos datos demográficos y un mapa cartográfico de cada comunidad para estimar la muestra. En cada colonia encontramos enormes apoyos de muchas personas, sin los cuales la investigación no hubiese sido posible.

Los cuestionarios y los consentimientos informados se llevaban impresos a cada país, con lo cual el peso de la maleta no era poco. El viaje más difícil fue a Honduras, pues tanto de ida como de regreso se suspendieron los vuelos y con ello el trabajo de campo hubo que iniciarlo más tarde. El viaje de San Salvador a Tegucigalpa era revelador. La cabina económica del avión iba prácticamente vacía; en cambio, la cabina de primera clase estaba repleta, ocupada por hombres de negocios.

De regreso, de Tegucigalpa a San José una tormenta postergo un día la salida. Ello implicó ingresar y salir de la sala de abordaje en tres o cuatro ocasiones. En la espera, el aprendizaje fue significativo, pues cientos de personas esperaban el vuelo a San Salvador o Panamá para tomar otro vuelo a los Estados Unidos o España, los dos destinos más significativos para los y las hondureñas migrantes. Al abordar el vuelo, cientos de familiares se despedían de sus parientes, a quienes acompañaron al aeropuerto. La migración es una enorme fuente de ingresos para las líneas aéreas.

En el último intento por tomar el avión, una llamada por los altavoces me obligó a reportarme con los oficiales de migración quienes requerían inspeccionar nuevamente mi maleta. Cuando me apersoné, pude leer una indicación que decía papelería, es decir, los oficiales de migración querían saber por qué había tantos papeles en mi maleta.

El oficial, muy joven y cordial, abrió la maleta y revisó cuidadosamente los paquetes de las encuestas. Él procuraba verificar que no se escondiera nada entre los cientos de hojas agrupadas en bolsas plásticas. Algo que también se emplea para transportar conocidas sustancias ilícitas. Cuando concluyó la revisión, acomodó cuidadosamente las encuestas en su lugar original. En su rostro se dibujaba una pregunta que nunca formuló ¿Por qué tantas hojas? Eran unas cinco mil más o menos envueltas en bolsas plásticas.

Nueva Capital

Tegucigalpa

En 1998, el Huracán Mitch, uno de los ciclones tropicales más fuertes de la era moderna, golpeó especialmente Honduras y Nicaragua. Se estima que unas 19 personas fallecieron o fueron declaradas desaparecidas y las pérdidas materiales alcanzaron al menos 5 mil millones de dólares.

La colonia Nueva Capital, situada en los predios del Cerro El Predregal en Tegucigalpa se conforma con familias que perdieron sus viviendas luego del paso del huracán Mitch por Honduras. Se funda en noviembre de 1998 pero fue hasta en mayo de 2003 cuando se emite el decreto de creación. Ocupa una extensión de unas 46 hectáreas. Se registran alrededor de 2,500 viviendas y una población de 14,600 habitantes.

En Nueva Capital no se cuenta con servicio de agua potable, tampoco hay clínica de salud y las principales instituciones educativas son iniciativas de la iglesia Católica. En coyunturas electorales, como en el año 2017, abundan las promesas y clientelismo.



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NICARAGUA

Aquí

POR PAOLA CHAVES, UNIVERSIDAD DE TEXAS EL PASO

Un joven de unos dieciséis años se acercó a nosotros mientras realizábamos encuestas en la colonia Jorge Dimitrov. Inhalaba cemento para pegar zapatos de una botella de plástico. Su delgado cuerpo se escondía en una ropa holgada, deteriorada como su mismo cuerpo por la vida en la calle. No calzaba zapatos. Mi contacto con él comenzó cuando fuera de la nada se paró frente a mí y honestamente no supe cómo reaccionar.

Permaneció con nosotros un buen rato. Aunque a veces era difícil entender lo que intentaba decir, platicamos mientras estuvo con el grupo. Cuando le pregunté dónde vivía, su respuesta fue un simple y sencillo “aquí”. Yo supuse que hablaba de la colonia, pero cuando indagué un poco más resultó que su respuesta había sido literal. No fue un simple y sencillo “aquí”, como yo pensé. Su respuesta fue mucho más fuerte y cargada de lo que yo inicialmente pude captar. Vivía en las calles de la colonia Jorge Dimitrov. Llevaba cerca de un año en esta situación. Su familia vive en otro barrio de Managua en el cual no le es tan fácil conseguir cemento, razón por la cual hoy por hoy “decide” vivir solo en las calles Dimitrov.

Sus ojos eran de un color amarillento, un tono parecido al pegamento que inhalaba, y su mirada estaba perdida. Me pidió repetidas veces que le regalara mis tenis, agregando que él siempre había querido unos Nike negros. Me dolió tanto el decirle que no y en un intentó por sentirme menos culpable le expliqué que luego yo no tendría zapatos para caminar de vuelta a la universidad. Cómo decirle eso a alguien que lleva sabrá Dios cuánto tiempo caminando las ardientes calles de Dimitrov sin calzado alguno.

Yo le platiqué que venía de México y que estábamos solo de paso trabajando en un proyecto. “Lléveme con usted,” me pidió. Agregó que allá él podría trabajar, que incluso hasta podría dejar el cemento, y que una vez recuperado podría volver a Nicaragua. Fue entonces cuando me di cuenta que estaba perfectamente consciente de las oportunidades que podrían existir para él. Al terminar el día de trabajo volví al hotel sintiendo una gran impotencia.

Jorge Domitrov

Managua

En mayo de 1982, la tormenta tropical Aletta cobró la vida de cerca de 308 personas en Honduras y Nicaragua. Alrededor de 100.000 personas perdieron sus viviendas en ambos países. En Managua, viviendas ubicadas en asentamientos cercanos al lago Xolotlán, también conocido como Lago de Managua, fueron afectadas. Muchas de las personas se desplazaron a un predio cercano a la Universidad Centroamericana (UCA), que se dice pertenecía a la familia Somoza.

La Embajada de la República Popular de Bulgaria donó la electrificación pues Nicaragua había abierto relaciones con dicho país tras el triunfo de la revolución en 1979. En agradecimiento, la comunidad decidió que el embajador de Bulgaria escogiera el nombre de algún líder para llamar al lugar donde vivirían. El nombre elegido fue el de Georgi Dimitrov Mijáilov (1882-1949), un destacado dirigente sindical búlgaro. En la actualidad, cerca de 20,000 habitantes viven en esta colonia, asociada, como en las otras comunidades visitadas en el marco de este proyecto, con criminalidad y expendio de sustancias ilícitas.



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COSTA RICA

No estoy para sermones

Al momento de conocerla, Gina tenía un poco más de ocho meses de embarazo, esperaba a su cuarto hijo, ninguno de los cuales vivía con ella. Dormía en la calle y vendía pequeñas cantidades de marihuana o crack. Al llegar a La Carpio, ella y su amiga nos saludaron como tratando de abrir conversación.

Si bien ellas pasaban el día muy cerca de la clínica local de salud, el personal de salud no prestaba mayor atención al estado avanzado de embarazo de Gina. La presencia de ambas en la calle formaría parte de una realidad que se terminaba naturalizando y pasaba casi desapercibida.

Poco a poco, fuimos ganando confianza. Las conversaciones con Gina se volvieron más frecuentes. Alguna vez me dijo que no estaba segura si dejarse su hijo o darlo en adopción. Cuando el bebé nació, intervino el Patronato Nacional de la Infancia y la abuela se encargó de la crianza de la criatura.

Una vez me dijo “yo no le hago daño a nadie, solo me hago daño a mí misma”. Me insistía en que le ayudara con dinero. Una gran amiga de La Carpio, quien tiene una venta de tortillas, aceptó ofrecerle, a cambio de una pequeña remuneración, desayuno, almuerzo y cena durante sus últimos días de embarazo. Al menos la comida estaría segura para quien el deterioro de la vida alcanzaba su expresión más cruenta.

Su amiga y compañera de esquina también consumía y vendía pequeñas dosis. En diciembre 2017, regresé a La Carpio a observar el avance en construcción del edificio de la nueva escuela primaria. Esa mañana nos saludamos y me contó que tenía varios meses de embarazo. Me comentó que desde que se enteró que estaba embarazada dejó de consumir drogas. Tenía mejor semblante y el color de la piel de su cara había cambiado. Incluso se había aplicado un tinte en el pelo.

Ya en el 2018, en el contexto de la campaña electoral, volví a La Carpio y nos saludábamos. La encontraba en la misma esquina, me daba la impresión que continuaba vendiendo pero no consumía. Es muy difícil salirse de ese circuito sobre todo cuando no se tiene la posibilidad de un empleo. Dada la impresión que estaba muy contenta con el nacimiento del bebé.

Mi hijo menor tiene apenas 3 años y ha experimentado algunas dificultades de salud. A lo mejor por ello la maternidad de ellas me sacudió enormemente. En el caso de Gina, era muy impactante saber que vivía en la calle a tres semanas del nacimiento de su cuarto bebé.

En una ocasión, le consulté si no pensaba intentar en retirarse del consumo y la venta. Ella me respondió con la frase que lleva por título este retrato: “No estoy para sermones”. Espero haber aquilatado el alcance de esta frase.

La Carpio

San José

La Carpio surge de una toma de tierras ocurrida entre 1993 y 1994 en una propiedad adscrita a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), luego de que fuese expropiada a alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Las personas que tomaron los terrenos eran costarricenses que no contaban con vivienda y nicaragüenses que salieron de su país en busca de empleo y oportunidades. El nombre Carpio retoma el apellido de uno de los costarricenses que lideró la toma de los terrenos.

Se encuentra ubicada en el distrito de La Uruca, al noroeste de San José y tiene una extensión de 58 hectáreas. Con una sola entrada hacia el este, La Carpio tiene como límites sur y norte a los ríos Torres y Virilla, respectivamente. Hacia el oeste de la comunidad se ubica uno de los depósitos de basura más grandes del país, administrado por una multinacional de capital canadiense.

De acuerdo con el Censo de Población, llevado a cabo el año 2011, en La Carpio viven 19,035 habitantes en La Carpio. La Carpio es, posiblemente, la comunidad binacional más grande de Centroamérica. En torno a La Carpio se entreje la criminalización de la pobreza y de la migración.